jueves, 29 de enero de 2009

CONSUMO DE PAN Y REDUCCIÓN DE SAL

El Ministerio de Sanidad y Consumo acaba de hacer públicos los resultados obtenidos durante el período 2005-2009 respecto al convenio firmado con la Confederación Española de Organizaciones de Panadería (CEOPAN), y al que también se sumó la Asociación Española de Fabricantes de Masas Congeladas (ASEMAC), para reducir el contenido de sal en el pan.

Según datos de la propia administración, el pan es el alimento que más sodio aporta a la dieta diaria de los españoles (cerca del 20%), seguido de los embutidos. La medida de una reducción progresiva del contenido de sal en el pan cumplía con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud-OMS, básicas para luchar contra la hipertensión: el objetivo era reducir la ingesta de sodio y acercarla a la ingesta diaria de menos de 2 gramos diarios (equivalentes a 5 gramos diarios de sal). Lo cierto, es que desde un tiempo a esta parte, los que apreciamos el pan como alimento esencial y podemos distinguir el bueno del más malo, habíamos notado ya esta disminución gradual del contenido de sal, si bien es cierto, que en unos más que en otros, en detrimento de nuestro sabor, pero evitando el riesgo de hipertensión.

La reducción convenida no ha sido de la noche a la mañana, sino que se ha desarrollado durante cuatro años reduciendo de forma constante el porcentaje de sal en los ingredientes del pan, alcanzándose una media de 16,3 gramos de sal por kilo de pan, según ha comprobado la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en un estudio en el que han participado las Comunidades Autónomas, en la toma de muestras, y el Centro Nacional de Alimentación (de la AESAN) y la Universidad de Santiago de Compostela, en el análisis de las mismas, según ha expuesto hoy el Ministerio de Sanidad y Consumo. Este resultado está por debajo de los límites que se habían establecido como objetivo (18 gramos por kilo) y se ha logrado cumplir con las recomendaciones de la OMS para reducir los factores que influyen en la hipertensión arterial, informan.

La reducción se ha llevado a cabo sin alterar las condiciones necesarias para la elaboración del pan y como parte de la Estrategia NAOS para la lucha contra la obesidad. El programa iniciado en 2005 tenía como objetivo pasar de los 22 gramos de sal por kilo de harina que se añadía en ese momento, a 18 gramos por kilo en un período de cuatro años. Y todo ello, teniendo en cuenta el consumo medio por habitante de pan en España (pan fresco normal: 96,88 gramos diarios) y siendo éste la principal fuente de sal en la alimentación de los españoles, se consideró que con un límite de 18 gramos por kilo se cumplirían las recomendaciones de la OMS, que han sido superadas ampliamente. Al final, se ha logrado reducir hasta 16,3 gramos de sal por kilo, lo que supone un 26,4% menos de sal.
No ponemos en duda de que la medida tiene objetivos beneficiosos para la población con riesgo de hipertensión Pero, ¿alguien estuvo debidamente informado de esta medida que afectaba al "pan nuestro de cada día"? La verdad es que no ha habido mucha información, ni siquiera en los establecimientos del sector. Y la verdad, podía haberse hecho público en cada establecimiento, si al fin y al cabo se trataba de una medida en favor de la salud de los consumidores, a quienes se les estaba "quitando", al amparo de su salud, una pizca de sal cada año.

Y como reconoce el Ministerio, la medida se ha establecido, "sin darnos cuenta", reduciendo notablemente la ingesta diaria de sal. Quizás, también se debería haber contado con la opinión del consumidor. Y además de informarle, de forma generalizada de esta medida, también es importante haberle dado pautas para un consumo responsable de sal, no sólo en el pan, sino en el ámbito de su dieta diaria, y aconsejarle adaptarla a su propio estado de salud, pues no todos los perfiles son los mismos, así como recomendaciones a hacerse controles de hipertensión, de glucemia y de otros factores de riesgo que pueden incrementarse con determinados hábitos alimentarios en detrimento de su propia salud. ¿Cuánta hipertensión oculta habrá? ¿Y cuánta diabetes no controlada ni diagnosticada? Tampoco hay que demonizar la sal, pues sin ella también tendríamos problemas de salud, y hay que poner y tratar las cosas en su justa medida. Y en este caso la comunicación es muy importante, pues a veces nos podemos encontrar con ciudadanos que se obsesionen con los riesgos de la sal y dejen de forma radical su consumo, persiguiendo todo aquello que la contenga.
No queda más que aplaudir la medida, pedir mayor información y hacer extensiva, dentro de lo posible, la extensión de la medida a otros alimentos y sectores, y a otros ingredientes con tanto riesgo o más que la sal por un consumo excesivo.
Juan Ramón Hidalgo Moya, a título particular.

No hay comentarios:

Publicar un comentario